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Gracias por la
invitación
-¿Qué es la cura
Tato?
- ¿La cura? No
sé...¡LA Cura!...(encoje los hombros mientras cierra los ojos)... y ... talvez
la cura tenga que ver con encontrar los lugares de entusiasmo en uno mismo.
No sabemos si
habría que curarse de algo...Lo que sí nos queda, es el eco de la invitación, a
modo de despertador de sí, encontrando, habitando, los lugares de entusiasmo en
uno mismo.
Un entusiasmo
compartido está en la práctica psicodramática, y esto nos invita a retomar el
trabajo que realizamos alguna vez en relación al Arte y el Psicodrama.
Devenir territorio de afectaciones
Psicodrama y Kandinsky
¿Por qué Psicodrama
y Arte?
Tomamos la concepción de la
Multiplicación Dramática como una forma de abordar aquello que nos acontece,
que nos permite pensarlo desde una perspectiva de la complejidad y la
multiplicidad.
En el plano del psicodrama grupal, la
Multiplicación Dramática rompió con la concepción interpretativa reduccionista
de un único sentido del relato, aportado por el protagonista de una escena,
proponiendo una máquina grupal de producción de subjetividad, de sentidos, sin
sentidos, de transformación.
El despliegue de la escena se nutre
de una estética que posibilita el acontecimiento psicodramático; invita a poner
el cuerpo, a habitar distintos estares, el encuentro con la sorpresa, que
desborda el mero relato, desorganizándolo, conmoviéndolo, multiplicándolo.
Esta concepción, que invita a habitar
otras formas de expresión, resuena con otras vinculadas al arte; Wassily
Kandinsky en la pintura, con el pasaje de lo figurativo a lo abstracto; Arnold
Schönberg en la música, renunciando al sistema tonal como única forma
colorística de expresión para adentrarse en el universo atonal dodecafónico
–con sus doce colores cromáticos-, Martha Graham en la danza, desde el ballet
clásico hacia la creación de un sistema de movimiento donde se fusionan
distintas culturas; una nueva estética donde se experimentan otros movimientos,
ya no los aceptados como bellos y armoniosos, sino aquellos que dan lugar a la
expresión de emociones.
Según Deleuze & Guattari podemos
ver las escenas como un plano con pliegues. Creemos que trabajar
articuladamente con cualquier dimensión artística, desde el punto de vista de
la multiplicidad, potencia la apertura de otros pliegues.
Siendo que el Psicodrama toma al cuerpo
como territorio o campo de experimentación, la apertura de otros pliegues en la
escena está relacionada con la capacidad de afectación. Aquí cabría la pregunta
de Spinoza “¿de qué es capaz un cuerpo? .Un cuerpo debe ser definido por su
poder de ser afectado”.
En palabras de Tato, entrecortadas,
mezcladas, “Uno debe descubrir en uno mismo el potencial de la multiplicidad
para trabajar con multiplicación dramática. La multiplicación rompe la dureza
del territorio demarcado por la escena – la multiplicación va a transitar – a
bordear... Abre puertas, no las EXPLICA... funcionan como bocetos sin
sentido... ligados por contigüidad... bocetos manchas en el sentido baconiano.
Estéticamente Bacon para encontrar su
figura representativa necesita tirar manchas al lienzo de pintura hasta
descubrir que asoma un rostro de figura humana que deformada expresa la
apariencia auténtica de una cara.
Una cara donde se han desbloqueado
las intensidades.” Así, las multiplicaciones, las escenas desplegándose, se nos
presentan como cuadros de Bacon. Alojar la complejidad de la opacidad, dar
espacio a la distorsión de lo creíble de la ilustración, sin reducirla a lo
simple o conocido, requiere de una posición clínica y política en nuestro
trabajo; el sostenimiento de estas condiciones de posibilidad se aleja de la
necesidad de interpretar, paralizadora del proceso de creación. No se trata de
colonizar procesos de creación, sino de una disponibilidad que los facilite.
Elegimos articular Psicodrama con la
obra de Kandinsky “Lo espiritual en el arte”, porque allí se trabaja el pasaje
del arte figurativo al abstracto, y en este movimiento, Kandinsky tiene la
virtud de detenerse en la observación y desmenuza con sutileza, nombrando y
describiendo efectos/afectos que se producen a nivel de nuestros sentidos, a
partir de la ampliación del registro de la percepción respecto del color. Y
allí el color ya no es sólo aquello que llega como estímulo a mis ojos, sino
también aquello que llega en términos de sonido, de forma, de imagen. Resonar y
deslizar.
Este arte de deslizar campos de
percepción, nos liga a conceptos de Deleuze & Guattari, línea de fuga,
desterritorialización, territorialización, reterritorialización. Conceptos que
aluden a movimientos en la exploración de escenas a partir de devenires del
protagonista, del director y del público. Multiplicidad de lo singular y de lo
grupal.
Kandinsky, en este juego de realizar
deslizamientos que van desde los colores a los sonidos y a las formas, nos
invita a llevar este ejercicio a la práctica psicodramática, a jugar con
filiaciones para abrir posibilidades, potenciar asociaciones, dar espacio a
otros afectos/efectos, sentidos, intensidades, sin sentidos. Kandinsky escribe
“...es sorprendente que el limón sea amarillo (acidez máxima) como el canario
(que canta en forma aguda)...como un tono alto de trompeta junto al oído...”.
Todos “comparten una intensidad específica del tono cromático...”. Fruta,
color, sabor, animal, sonido, instrumento, y sensaciones que provocan.
“Pero los tonos de los colores, como
los musicales, están fuertemente matizados, engendran vibraciones anímicas
mucho más sutiles que las que se pueden manifestar con palabras. Todos los
tonos consiguen ser expresados en palabras, pero queda siempre un resto
inexpresable...”.
Resto inexpresable, en palabras de
Kandinsky, que resuenan con las de Foucault, lo que desborda del lenguaje, de
su forma propiamente verbal, aquellas otras cosas en el mundo que hablan y que
no son lenguaje.
Y agrega “Constituiría una
suerte de eco o resonancia, como la que ocurre con los instrumentos musicales
que vibran al unísono con otros sin ser tocados. Los seres más sensibles serían
como buenos violines gastados, que con un ínfimo contacto del arco vibran en
cada una de sus partes”. Violines gastados, cuerpo territorio de afectaciones.
Aquí es donde hacemos una analogía
entre lo figurativo, representativo de una escena, que podría ser el lenguaje
discursivo, esa primera instancia donde el protagonista cuenta la escena, y lo
abstracto, como otros modos de expresión.
El texto de la escena llevado al
plano de la pintura en términos de figurativa y/o abstracta.
Dice Kandinsky “Lo que pinta ya no es
un hombre, ni una manzana, ni un árbol, sino que estos elementos sirven al
artista para gestar un objeto de resonancia interior pictórica que construya
una imagen”. Resonancia en las pinturas a partir de filiaciones entre los
colores, las formas y los sonidos.
Tal como Kandinsky separó las
dimensiones de Forma, Color y Sonido en el pasaje de la pintura figurativa a la
abstracta, también podemos pensar el pasaje de la escena más discursiva a una
más molecular, utilizando estas tres dimensiones.
Trabajo sobre la condición plástica
de la escena, abordándola como un cuadro atravesado por paisajes, climas,
velocidades, sombras, matices, colores, trazos, cromatismos, ritmos, sonidos.
Compartimos esta experiencia que
venimos desarrollando, donde invitamos al encuentro de escenas evocadas a
partir de su condición plástica.
El despliegue de filiaciones a partir
de colores, los efectos físicos y anímicos que provoca, conexiones con sabores,
texturas, sonidos, temperaturas, estados de ánimo, formas, velocidades, permite
ir al encuentro de trozos de escenas vinculadas a lo agudo, lo lento, lo
caliente, lo estridente, de un relato. Colores que devienen sonidos,
temperaturas, escenas.
Nuestra propuesta es potenciar la
práctica psicodramática, el despliegue de escenas, componiendo caminos de la
cualidad (color, forma, sonido) a la escena, y de la escena a la cualidad, para
volver a la escena enriquecida por la vivencia y experimentación de otros
registros perceptivos.
Los recursos plásticos y musicales
permiten explorar grupalmente la expresión de formas y líneas de sentido
impresas en la escena, desterritorializándolas y reterritorializándolas
expresivamente desde otros planos, elementos y relaciones, transitando
múltiples sentidos, sin sentidos, e innovadoras formas de expresión.
Cada escena, cada cuerpo territorio,
entendidos como puja de sonidos...redobles sorpresivos de tambor...contradicciones
y contrastes, cromatismos, nuestra condición plástica y la de las escenas.
Se trata de acompañar la escena
dejando que se exprese la corriente de la vida. Inventar nuevas posibilidades,
nuevas formas de estar presentes.
Jugar con estos matices plásticos.
Pensar la escena como un cuadro, no desde la línea puramente representativa
argumental, sino desde la compositiva, estética. El arte en tanto expresión de
la vida, habilitando “entres” para seguir componiendo... nuevos espacios y
formas de estar que escapen al control... de la interpretaciones... capturas de
sentido... significados únicos...justificaciones... constataciones...
Querido Tato,
¡GRACIAS por la invitación!
Fuente: Revista
Campo Grupal-Malenka Pavlovsky y Andrea Fabiana Artaza