sábado, 15 de julio de 2017

Browse, browse, browse que algo encontrarás


Gracias por la invitación
-¿Qué es la cura Tato?
- ¿La cura? No sé...¡LA Cura!...(encoje los hombros mientras cierra los ojos)... y ... talvez la cura tenga que ver con encontrar los lugares de entusiasmo en uno mismo.
No sabemos si habría que curarse de algo...Lo que sí nos queda, es el eco de la invitación, a modo de despertador de sí, encontrando, habitando, los lugares de entusiasmo en uno mismo.
Un entusiasmo compartido está en la práctica psicodramática, y esto nos invita a retomar el trabajo que realizamos alguna vez en relación al Arte y el Psicodrama.
Devenir territorio de afectaciones
Psicodrama y Kandinsky
¿Por qué Psicodrama y Arte?
Tomamos la concepción de la Multiplicación Dramática como una forma de abordar aquello que nos acontece, que nos permite pensarlo desde una perspectiva de la complejidad y la multiplicidad. 
En el plano del psicodrama grupal, la Multiplicación Dramática rompió con la concepción interpretativa reduccionista de un único sentido del relato, aportado por el protagonista de una escena, proponiendo una máquina grupal de producción de subjetividad, de sentidos, sin sentidos, de transformación.
El despliegue de la escena se nutre de una estética que posibilita el acontecimiento psicodramático; invita a poner el cuerpo, a habitar distintos estares, el encuentro con la sorpresa, que desborda el mero relato, desorganizándolo, conmoviéndolo, multiplicándolo.
Esta concepción, que invita a habitar otras formas de expresión, resuena con otras vinculadas al arte; Wassily Kandinsky en la pintura, con el pasaje de lo figurativo a lo abstracto; Arnold Schönberg en la música, renunciando al sistema tonal como única forma colorística de expresión para adentrarse en el universo atonal dodecafónico –con sus doce colores cromáticos-, Martha Graham en la danza, desde el ballet clásico hacia la creación de un sistema de movimiento donde se fusionan distintas culturas; una nueva estética donde se experimentan otros movimientos, ya no los aceptados como bellos y armoniosos, sino aquellos que dan lugar a la expresión de emociones.
Según Deleuze & Guattari podemos ver las escenas como un plano con pliegues. Creemos que trabajar articuladamente con cualquier dimensión artística, desde el punto de vista de la multiplicidad, potencia la apertura de otros pliegues.
Siendo que el Psicodrama toma al cuerpo como territorio o campo de experimentación, la apertura de otros pliegues en la escena está relacionada con la capacidad de afectación. Aquí cabría la pregunta de Spinoza “¿de qué es capaz un cuerpo? .Un cuerpo debe ser definido por su poder de ser afectado”.
En palabras de Tato, entrecortadas, mezcladas, “Uno debe descubrir en uno mismo el potencial de la multiplicidad para trabajar con multiplicación dramática. La multiplicación rompe la dureza del territorio demarcado por la escena – la multiplicación va a transitar – a bordear... Abre puertas, no las EXPLICA... funcionan como bocetos sin sentido... ligados por contigüidad... bocetos manchas en el sentido baconiano.
Estéticamente Bacon para encontrar su figura representativa necesita tirar manchas al lienzo de pintura hasta descubrir que asoma un rostro de figura humana que deformada expresa la apariencia auténtica de una cara.
Una cara donde se han desbloqueado las intensidades.” Así, las multiplicaciones, las escenas desplegándose, se nos presentan como cuadros de Bacon. Alojar la complejidad de la opacidad, dar espacio a la distorsión de lo creíble de la ilustración, sin reducirla a lo simple o conocido, requiere de una posición clínica y política en nuestro trabajo; el sostenimiento de estas condiciones de posibilidad se aleja de la necesidad de interpretar, paralizadora del proceso de creación. No se trata de colonizar procesos de creación, sino de una disponibilidad que los facilite.
Elegimos articular Psicodrama con la obra de Kandinsky “Lo espiritual en el arte”, porque allí se trabaja el pasaje del arte figurativo al abstracto, y en este movimiento, Kandinsky tiene la virtud de detenerse en la observación y desmenuza con sutileza, nombrando y describiendo efectos/afectos que se producen a nivel de nuestros sentidos, a partir de la ampliación del registro de la percepción respecto del color. Y allí el color ya no es sólo aquello que llega como estímulo a mis ojos, sino también aquello que llega en términos de sonido, de forma, de imagen. Resonar y deslizar.
Este arte de deslizar campos de percepción, nos liga a conceptos de Deleuze & Guattari, línea de fuga, desterritorialización, territorialización, reterritorialización. Conceptos que aluden a movimientos en la exploración de escenas a partir de devenires del protagonista, del director y del público. Multiplicidad de lo singular y de lo grupal.
Kandinsky, en este juego de realizar deslizamientos que van desde los colores a los sonidos y a las formas, nos invita a llevar este ejercicio a la práctica psicodramática, a jugar con filiaciones para abrir posibilidades, potenciar asociaciones, dar espacio a otros afectos/efectos, sentidos, intensidades, sin sentidos. Kandinsky escribe “...es sorprendente que el limón sea amarillo (acidez máxima) como el canario (que canta en forma aguda)...como un tono alto de trompeta junto al oído...”. Todos “comparten una intensidad específica del tono cromático...”. Fruta, color, sabor, animal, sonido, instrumento, y sensaciones que provocan.
“Pero los tonos de los colores, como los musicales, están fuertemente matizados, engendran vibraciones anímicas mucho más sutiles que las que se pueden manifestar con palabras. Todos los tonos consiguen ser expresados en palabras, pero queda siempre un resto inexpresable...”.
Resto inexpresable, en palabras de Kandinsky, que resuenan con las de Foucault, lo que desborda del lenguaje, de su forma propiamente verbal, aquellas otras cosas en el mundo que hablan y que no son lenguaje.
Y agrega  “Constituiría una suerte de eco o resonancia, como la que ocurre con los instrumentos musicales que vibran al unísono con otros sin ser tocados. Los seres más sensibles serían como buenos violines gastados, que con un ínfimo contacto del arco vibran en cada una de sus partes”. Violines gastados, cuerpo territorio de afectaciones.
Aquí es donde hacemos una analogía entre lo figurativo, representativo de una escena, que podría ser el lenguaje discursivo, esa primera instancia donde el protagonista cuenta la escena, y lo abstracto, como otros modos de expresión.
El texto de la escena llevado al plano de la pintura en términos de figurativa y/o abstracta.
Dice Kandinsky “Lo que pinta ya no es un hombre, ni una manzana, ni un árbol, sino que estos elementos sirven al artista para gestar un objeto de resonancia interior pictórica que construya una imagen”. Resonancia en las pinturas a partir de filiaciones entre los colores, las formas y los sonidos.

Tal como Kandinsky separó las dimensiones de Forma, Color y Sonido en el pasaje de la pintura figurativa a la abstracta, también podemos pensar el pasaje de la escena más discursiva a una más molecular, utilizando estas tres dimensiones.
Trabajo sobre la condición plástica de la escena, abordándola como un cuadro atravesado por paisajes, climas, velocidades, sombras, matices, colores, trazos, cromatismos, ritmos, sonidos.
Compartimos esta experiencia que venimos desarrollando, donde invitamos al encuentro de escenas evocadas a partir de su condición plástica.
El despliegue de filiaciones a partir de colores, los efectos físicos y anímicos que provoca, conexiones con sabores, texturas, sonidos, temperaturas, estados de ánimo, formas, velocidades, permite ir al encuentro de trozos de escenas vinculadas a lo agudo, lo lento, lo caliente, lo estridente, de un relato. Colores que devienen sonidos, temperaturas, escenas.
Nuestra propuesta es potenciar la práctica psicodramática, el despliegue de escenas, componiendo caminos de la cualidad (color, forma, sonido) a la escena, y de la escena a la cualidad, para volver a la escena enriquecida por la vivencia y experimentación de otros registros perceptivos.
Los recursos plásticos y musicales permiten explorar grupalmente la expresión de formas y líneas de sentido impresas en la escena, desterritorializándolas y reterritorializándolas expresivamente desde otros planos, elementos y relaciones, transitando múltiples sentidos, sin sentidos, e innovadoras formas de expresión.
Cada escena, cada cuerpo territorio, entendidos como puja de sonidos...redobles sorpresivos de tambor...contradicciones y contrastes, cromatismos, nuestra condición plástica y la de las escenas.
Se trata de acompañar la escena dejando que se exprese la corriente de la vida. Inventar nuevas posibilidades, nuevas formas de estar presentes.
Jugar con estos matices plásticos. Pensar la escena como un cuadro, no desde la línea puramente representativa argumental, sino desde la compositiva, estética. El arte en tanto expresión de la vida, habilitando “entres” para seguir componiendo... nuevos espacios y formas de estar que escapen al control... de la interpretaciones... capturas de sentido... significados únicos...justificaciones... constataciones...
Querido Tato, ¡GRACIAS por la invitación!
Fuente: Revista Campo Grupal-Malenka Pavlovsky y Andrea Fabiana Artaza



viernes, 8 de abril de 2016

Mi huella en el mundo-Capítulo 1

Y sí, después de haber estado tres años anestesiada, en coma, volví a la vida.
Cuánto que aprender y cuánto que desaprender. Estoy volviendo y eso no es poco.
Nueva década en el año y nueva década en mi vida.
En mi próximo cumpleaños voy a festejar mis 40.
Otra vez, no.
Los 40 que me quedan por vivir y llegarán a 100, sí!
Al final tanto querer saber más, ahora no sé qué hacer con tanto saber.
Me enfoco de a poco.
Me meto para dentro de vez en cuando.
Disfruto de los momentos en los que me despíerto, me baño o duermo y creo.
Paro. Grabo. Escribo. Sueño. Vuelo. Vivo.
Soy feliz.
Y ahi voy, destejiendo la telaraña y volviendo a tejerla.
Me entretengo.
Disfruto.
Miro a mi alrededor, observo, aprendo, hablo menos, escucho más.
Soy feliz.
Sueño, sigo queriendo tener mucha plata, me enriquezco con lo que tengo.
Ambiciono. Pretendo. Exijo. Y no tanto.
Volví.
La pucha que vale la pena estar viva

domingo, 31 de enero de 2016

Siempre

Enero, 15, 2016
Extraño a mamá a cada instante. Pienso qué me hubiera dicho al contarle los proyectos que tengo. Imagino lo orgullosa que estaría contándolo a todos los que la escuchaban. Y es ahí cuando tengo la prueba de su eternidad. Me levanto a la mañana, miro por la ventana de la cocina y allí la veo a ella, manifestándose, florecida, alegre, casi advirtiendo su sonrisa en los malvones rosa que alguna vez, emocionada por ver cómo crecía mi casa, me regaló.
Después, abro el placard y me encuentro con ropa que me hizo, que me reformó y me habla. Ayer, encuentro un palazzo de seda que, alguna vez, había decido que me lo acortara. Lo veo y pienso: "qué pena que me lo acortó". Le reviso el dobladillo y veo que me lo había subido. Y la escucho: "Yo sabía que cuando lo quisieras alargar, te ibas a arrepentir! Tomá! Bajalo!" Me provoca risa. Casi que la escucho.
Y estás ahí.
Así elijo duelarte TODOS LOS DÍAS DE MI VIDA.
Así te despido.
Así te reencuentro todos los días.
Agradezco a Dios y a la Virgen por haber hecho el milagro de que vos y yo nos cruzáramos en este plano.
Te amo, mamá, para siempre!!!
PD: sentada, escribiendo en la cocina escucho desde el living: "Má! Dónde estás? "Acá, hijo!", respondo. En ese momento vuelvo a mi realidad, a mi eternidad, a mi milagro. Me emociono hasta las lágrimas y vuelvo a agradecer.
Hoy es un día que vale la pena vivir en gracia y alegría.
Gracias totales!

domingo, 11 de mayo de 2014

LA VIDA MISMA TE ASISTE

LA VIDA MISMA TE ASISTE

Cuántas cosas para decir, cuántas para callar. Cuántas cosas para olvidar, cuántas para recordar. Cuántas cosas que tiene la vida, cuántas cosas no tiene. El dolor, la alegría, la tristeza, la esperanza y la deseperanza conviven conmigo día a día. Busco, encuentro. Busco, busco, busco, pierdo. Un dolor anudado en la garganta no me deja decir todo lo que quiero. ¿Dónde estoy?, ¿A dónde voy? ¿Qué quiero? ¿Qué no quiero? La lista es interminable y mi sentido de vacío se agranda. ¿A dónde voy? ¿Dónde estoy? Quiero Paz, Alegría, Dinero, mucho Dinero. ¿Cómo lo consigo? Nadie me valora. Yo no me valoro. Y en esa búsqueda del valor, caigo, caigo, caigo, me vuelvo a levantar pero las fuerzas son distintas. Quiero creer, quiero soñar, quiero volver, quiero amar, quiero reir, quiero llorar, quiero perdonar, quiero que me perdonen, quiero que me sueñen, quiero que me amen, NO quiero que me lloren, quiero contar historias y divertirme, quiero ser feliz.

lunes, 19 de agosto de 2013

Mi Palta, Naranja, Lima
De Ciudadela venían. La suegra de mi vecina siempre nos traía paltas del árbol de su jardín. "Comelas que tienen muchas vitaminas", me decía, y yo sé que en ese comentario se deslizaba el deseo de que me embarazara. ¿Cuánto hacía que buscaba? No sé pero ella, insistía con las paltas.
Un día tenía tantas que decidí que las plantaría.Vino el jardinero y le entregué cinco semillas. Él las tomó entre sus manos y, examinándolas, me sugirió plantarlas juntas y, una vez que brotaran, me dejaría una y las otras las llevaría a la casa de otros clientes. Me pareció una idea fantástica y las planté. Ya que yo no podía sembrar en mí, la idea de sembrar en el fondo de casa y en el jardín de otras gentes me hacía sentir prolífica.
La semilla creció, se hizo planta y árbol. Yo, de tanto en tanto, me paraba abajo del árbol y lo contemplaba. Me daba toda la sensación de estar viendo el proceso de crecer desde abajo y eso, me hacía sentir mis energías renovadas.
Después de cinco años, el árbol comenzó a dar frutos. Para mí era una inmensa alegría poder compartir paltas con mis seres queridos. Así como lo habían hecho conmigo.
Y un día, la semilla en mí, creció y fue Joaquín. Estando embarazada contemplaba el fondo desde la ventana de la habitación que habíamos construido para recibir a Joaquín y mi vista y mi corazón crecían de satisfacción y felicidad. Algunas veces ensayaba posiciones de dónde pondría la cuna del bebé para que tuviera una mejor vista del árbol. Era el árbol que había plantado con tantos planes y me había excedido las expectativas. Su copa, verde oscuro y tupida de hojas carnosas cubría casi todo el fondo. Su sombra se extendía hacia la pared de la casa del vecino.
Llegó Joaquín y yo le enseñaba desde la ventana de su habitación, el árbol. Qué feliz me hacía esa foto.
Pero también llegó el vecino del fondo, molesto porque el árbol le daba sombra a sus plantas. Y Gerardo, sin discutir ni mediar ni consultarlo conmigo, decidió que sacaría el árbol. Mis ruegos no fueron escuchados. El día que le cortaron todas las ramas y quedó el tronco pelado, lloré y Gerardo sintió pena. El panorama era devastador. El fondo había quedado desnudo. Le hice jurar a Gerardo que si un brote salía de ese tronco, lo dejaría crecer y recuperaría el árbol.
Y así sucedió.
Cinco años más tarde, el árbol había recuperado su frondosidad, su verdor, su espesor. Yo, había vuelto a pararme debajo a verlo crecer, esta vez, con Joaquín de la mano.
Y llegó el momento de mudarnos. Mientras preparábamos las cosas para la mudanza, iba al fondo a pararme debajo del árbol para despedirme cuando, de pronto, diviso algo negruzco entre sus hojas. Ajusto la vista...y ¡sí!, ¡el árbol había vuelto a dar frutos! Esa misma noche comenzaron a caer de maduros. Entonces, recojí unas cuántas paltas y me las llevé a mi nuevo hogar. Un departamento, amplio, pero sin jardín ni fondo. Corría el mes de julio de 2008.
Comimos las paltas y en un intento de recuperar lo dejado atrás, planté las semillas en una jardinera justo afuera, debajo del alfeizar de la ventana.
De vez en cuando me acercaba a la jardinera a mirar las semillas. Como si fuera un ritual, las saludaba y les repetía que crecieran para mí.
Era enero de 2009, volvíamos de vacaciones. Salgo al patio y de pronto veo que ¡una semilla había germinado! Mi alegría era tan inmensa que llamé a Gerardo y a Joaquín a que vieran el milagro. No esperé más y me fui al vivero a comprar la maceta más grande que tuvieran pero que pudiera transportar en caso de que, alguna vez, me mudara de ese departamento. Compré tierra y abono. La semilla se hizo planta y la planta,  árbol. Y no podía crecer cómoda porque la perra se comía alguna de sus ramas. Entonces, arrastré la pesada maceta al balcón del lado donde da el ventanal del dormitorio de Joaquín. Ahora, en verano, nos sentamos en el balcón junto a la palta a contemplar el verde que nos ofrece ese panorama. Estamos felices.
Pasaron cinco años. ¿Dará frutos esta vez?